sábado, 18 de enero de 2014

Ya no quedan uñas que morder

Brinca un viento frío por el pasillo.
Atraviesa la puerta de tus aposentos.
Se adentra por tus sucias zapatillas.
Acaricia los dedos de tus pies.

Ya no quedan uñas que morder.
Los nervios se disfrazan con ojeras.
En la barba, serpientes y sanguijuelas.
Silencio fuera.

Una luz blanca quema tu coronilla.
Es tan solo una cabezada.
Corren huidizos subrayadores,
post-its engalanados,
bolis decapitados
y pastillas antiestrés.
Toman tu escritorio de campo de batalla.

El café estancado en la taza espera.
Los rostros de tu tablón de fotos
se burlan de tu cansada cara.

Las letras bailan en valles de papel.
Las gafas se caen por la ladera de tu nariz.
La cama a gritos te llama.
Pero no puedes rendirte,
valiente caballero:
examen mañana.