viernes, 26 de diciembre de 2014

jienense

humeantes están
todas las casitas blancas
todas continuas
como terrones de azúcar
(los dulces son mi punto débil
mi obsesión)

de las chimeneas sale
el calor de la familia
¿derretirá este los picos de sierra mágina?

la lumbre enciende rencuentros:
la bailarina nos cuenta
que ya es licenciada
en Historia del arte
¡toma ya!
el director de cine está grabando
múnich (alemania)
para un anuncio de cocinas
¡qué lastimica!
la erasmus intenta sorprendernos
parlando in italiano
intenta
he dicho

los más pequeños
de edad y de estatura
abren emocionados
con ilusión
los regalos
que ha traído el gordito de rojo
el papel que los envuelve aún conserva
guarda
mantiene
el dolor de la aceituna

los más grandes
aumentan su anchura
pero qué buenos están
los roscos de la abuela
suerte que escribió la receta
porque si fuera por ella...
dice que esta es su última navidad
que no hay motivos para festejar nada
y mucho menos en su propia casa

vayamos con la música a la calle
o al freddy
electro-latino
por favor
lléname el vaso de mosto
ginebra o ron
que aún queda mucha noche
y ella es como yo
joven y empedernido


domingo, 21 de diciembre de 2014

Subordinado a la acción

Para mi propio Juvencio

"...o cuando eres feliz y se te nota"
El desayuno,
Luis Alberto de Cuenca
Send me on my way

Échale más lubricante
a tu pequeño e inocente
corazón,
que no le hagan daño,
que por él resbalen todas las tías,
todas,
arpías.

jueves, 18 de diciembre de 2014

Épuisé, agotado

Hoy traigo conmigo
densos bancos de niebla
        en los ojos
que no me permiten interpretar
              bien.
He dejado mi mente
con el limpiaparabrisas puesto
de un lado
                                       a otro.
Las preocupaciones se acumulan
en                 los             laterales;
me pesan los hombros.

Hay días que no terminas de despertar.
Será por exceso de sueño(s).

sábado, 13 de diciembre de 2014

Esbozando a Habibi

Por Javier Hervás.


"Hoy recuerdo a los muertos de mi casa.
Al que se fue por unas horas
y nadie sabe en qué silencio entró".
Elegía interrumpida,
Octavio Paz


Todo comenzó con un mechero. Viajaba de mano en mano, en los bolsillos. Se prestaba a ello, se daba a los demás. Era un mechero viajero. (Y esa fue la idea que encendió la chispa).

Igual que las plantas necesitan nutrirse con luz, agua, sales minerales...él demandaba amor, risas, y un poco de Nutella. 

La realidad chocaba con su ilusa perspectiva, como le sucedía a Don Quijote. Dejaría de leer libros de caballerías: «¡Chrétien de Troyes, a la estantería!». La verdad dependía de la visión de Sancho, su fiel escudero, más conocido como Nuqui. 

Llevaba la cara rojiza, mas no era causa del frío. Se trataba del castigo del maldito Karma. Una bofetada por cada pensamiento perturbador, cada burla, cada imitación...y así le iba. 


Podríamos decir que tenía la maldad "recogida", cristalizada en forma de entropía, energía nunca antes liberada...hasta que se escapó, como el pastorcillo que huye del Belén, camino de una fiesta en el colegio. (La imaginación ya está en marcha).


Absorbía las palabras de recitales, conciertos, piezas de teatro, películas y series. Y luego escribía. Algunos manifiestan que sus composiciones se asemejaban a la poesía. Otros levantan una mano en desacuerdo. ¿Hay algún crítico en la sala?


Danzaba entre la dicotomía ser/estar. Siempre en duda, como las caricias. Habibi continuamente está, pero jamás llega a ser. 

***
Hoy abandono al personaje que yo mismo creé. Hoy pongo fin a esta estúpida crisis de identidad. Hoy nace un hombre nuevo, hoy contemplaréis a un hombre BUENO.



sábado, 6 de diciembre de 2014

Digo "gélido" y se hace hielo

"Veo crecer ante mis ojos figuras de silencio y desesperadas.
Escucho grises, densas voces en el antiguo lugar del corazón".
En la otra madrugada,
Alejandra Pizarnik

Oblivion.

Una sensación de naufragio
en la boca del estómago.
Un Titanic hiende
un ingente iceberg.
Un susurro me recorre
y eriza toda la piel.

Un aliento gélido
de menta polar
el dentífrico
empaña mis ásperas manos,
ramas secas
de árboles desnudos,
y sin Nivea...

Unos labios agrietados
como la esquina 
de la blanca pared.
Unas cintas de vaho
cayendo sobre mi frente.
Unas bolas de nieve
(o azúcar)
derritiéndose
como quien presencia la Verdad.

—Cierra la maldita ventana, 
querida hermana.



Rojo

 «Si no te digo nada, ve adonde te manden las señales».
Mi profesor de autoescuela


Te sonrojas cuando llego

y me pregunto:
¿qué te habré hecho yo, 
jodido semáforo?