sábado, 13 de diciembre de 2014

Esbozando a Habibi

Por Javier Hervás.


"Hoy recuerdo a los muertos de mi casa.
Al que se fue por unas horas
y nadie sabe en qué silencio entró".
Elegía interrumpida,
Octavio Paz


Todo comenzó con un mechero. Viajaba de mano en mano, en los bolsillos. Se prestaba a ello, se daba a los demás. Era un mechero viajero. (Y esa fue la idea que encendió la chispa).

Igual que las plantas necesitan nutrirse con luz, agua, sales minerales...él demandaba amor, risas, y un poco de Nutella. 

La realidad chocaba con su ilusa perspectiva, como le sucedía a Don Quijote. Dejaría de leer libros de caballerías: «¡Chrétien de Troyes, a la estantería!». La verdad dependía de la visión de Sancho, su fiel escudero, más conocido como Nuqui. 

Llevaba la cara rojiza, mas no era causa del frío. Se trataba del castigo del maldito Karma. Una bofetada por cada pensamiento perturbador, cada burla, cada imitación...y así le iba. 


Podríamos decir que tenía la maldad "recogida", cristalizada en forma de entropía, energía nunca antes liberada...hasta que se escapó, como el pastorcillo que huye del Belén, camino de una fiesta en el colegio. (La imaginación ya está en marcha).


Absorbía las palabras de recitales, conciertos, piezas de teatro, películas y series. Y luego escribía. Algunos manifiestan que sus composiciones se asemejaban a la poesía. Otros levantan una mano en desacuerdo. ¿Hay algún crítico en la sala?


Danzaba entre la dicotomía ser/estar. Siempre en duda, como las caricias. Habibi continuamente está, pero jamás llega a ser. 

***
Hoy abandono al personaje que yo mismo creé. Hoy pongo fin a esta estúpida crisis de identidad. Hoy nace un hombre nuevo, hoy contemplaréis a un hombre BUENO.



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