Luis de Góngora y Argote
Estruendoso arroyo cala
un delicado jazmín.
Polifemo, afligido, llora
sobre el hombro de Galatea.
El Eco, a través del viento,
va lanzando sus preguntas
con sarcasmo propio de rufián.
Un único problema:
el ingrato de Acis
no responde a sus whatsapps.
Indiferencia.
Es entonces cuando
la Arcadia tergiversa en ruinas:
pa(i)saje helado,
gama de negros y azules
o tonos blancos y dorados,
según se vea.
Ningún ruiseñor canta,
tampoco fruto en primavera.
Tan solo...
un clarinete suena.