domingo, 24 de noviembre de 2013

Otoño y atardecer

Hace tiempo aprendí
que él no puede faltar en mi vida.

Cuando nos separamos
de ese tierno abrazo de despedida,
una parte de mí se llevó;
un vacío en el pecho me golpeó.

Un inesperado beso
en mi mejilla,
unas prisas fingidas,
una sonrisa pícara
y su mirar...

Que me hace creer cada día
que habrá
un bonito mañana
para los dos.

Soy un completo y estúpido iluso.
Soy feliz a su lado,
ofreciéndole mi tiempo,
ayudándole a recrear
todos sus sueños.

Porque para eso estoy aquí:
para hacerle reír.

Un amor que ya no cabe
en este agitado corazón.
Un guion de película;
una trama de una novela rosa.

Cantan los pájaros.
La luz juega a las damas
con las ventanillas
de su intrépido tren.
El frío viento sopla,
otoño y atardecer.

Quedo inmóvil
tras su partida.
Remolino de hojas
secas, marrones.

Lloro en silencio.
Me adentro
en las calles
de la ciudad.
Hay mucha gente,
nadie me ve.

Cuánto lo quiero.
No lo puedo evitar.
No me arrepiento.

domingo, 10 de noviembre de 2013

Selva de mi terquedad

Enredado en tu barba caoba,
selva de mi terquedad,
me dejé llevar.

Y acabé perdido.

En la noche iluminada
por inmensas farolas
color azafrán.

Frío en los huesos.
Nubes de vaho
en las ventanas
de tu Renault.
Calles a prisa.
Ruidos de ciudad.

¿A dónde vamos?
A un sitio tranquilo
para los dos.

Apagas el motor.

Muerdes mi labio,
noto tu risa.
Besos de gnomo.
Ya solo veo
tu sonrisa,
la que me guía
cual brújula es
hasta mi cama.

Sueño contigo.


martes, 5 de noviembre de 2013

Saúl

A Saúl Lozano

Nota el cosquilleo en sus venas,
sale a la superficie de las yemas
de sus ronroneantes dedos.
Coge el cigarro, fuego en sus ojos;
el humo emborrona su rostro.
Suspira, descansa.

Pasa una joven grácil y bella.
La mira.
Le silva.
Ella lo evita.
Él se ríe.
Se toca la barbilla.
Se peina la perilla.
Reposa en su imaginación
y ahí se queda.

Mira el reloj.
Vuelta a clase.

domingo, 3 de noviembre de 2013

Vivo en la distancia que tanto nos separa

Vivo en la distancia 
que tanto nos separa;
sueño cada noche
 con tu despertar,
 a mi lado.
¿Dónde está la voz
 que me susurraba?
¿Dónde están tus manos
 que me abrigaban?

Aún recuerdo esa noche,
pues toda luz se fue.
Mi cabeza reposaba
en tu pecho,
mi almohada.
Fuera corría el viento,
la lluvia salpicaba,
los truenos alarmaban,
y tú, pequeña hada,
me devolviste la calma
con las palabras
"no pasa nada".

Pienso que estás junto a mí;
pienso que aún no te has ido.
Creo, sinceramente,
que me estoy volviendo loco
sin tu risa,
sin tu amable sonrisa,
sin tu brillo en los ojos,
sin tus besos,
mis caricias.