de un lápiz mordido
con el que escribías crucigramas
mientras yo me empeñaba
en llenar de agua
ese jarrón tan
soso
‒regalo de los García‒
para colocar después
flores
que tristemente olvidaría.
Soy esas hojas marchitas,
ese lápiz mojado,
ese jarrón medio...
vacío,
soy ese humilde
"descuida".
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