sábado, 17 de mayo de 2014

InJusticia

Suena en el piso de arriba
tu lento andar en zapatillas.
Ataviado con tu bata
vas leyendo estos versos
que te escribo
con tu dulce voz,
olor a manzanilla.

Desde el patio de la casa
ningún alma es capaz de encender
el fósforo de la vida.
Todas las cerillas mojadas,
húmedas y mohosas.
Todos los cuerpos fríos.
El agua del grifo sabe a melancolía.

Al menos te da el sol
por la ventana
ese que derrite hasta las nieves
de Sierra Mágina
sobre tu piel de oliva.

El maullar de los gatos callejeros
se confunde
con el replicar de las campanas
de la Mezquita de Córdoba,
que te llaman.

Debes retomar tu camino
a ese perdido origen divino.
Tranquilo, la abuela te pondrá velas
para iluminar la carretera
mientras intenta recordar
cómo hacer su milagrosa sopa de fideos
para los que aún estamos aquí,
y así combatir
cualquier mala enfermedad.

El humo blanco de los cielos
acaricia tu bigote.

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