miércoles, 17 de septiembre de 2014

Movedizas

Me he colocado
yo mismo
una venda oscura
sobre los ojos
para que no entre luz clara
en la alacena.

Y has volcado
encima de mí
una catarata de arena:
excusas
que te salían más bien caras,
mentiras
que crecían como los árboles,
perdones
que no tenían color
ni cuerda a la que aferrarse;
y cuatrocientos kilómetros de distancia.

Toda
toda esa arena
pesa
sobre mis hombros.

Por suerte,
unas manos buenas
y suaves como el jabón
han deshecho el nudo.

Desde entonces
no ha parado de llover
es este largo viaje.

"No"
es la palabra que asocio
cuando escucho tu nombre.

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