sábado, 5 de abril de 2014

Oda a la senectud

Ninguna piedra en el camino
que mi bastón no pueda apartar.

Dicen que ya es primavera.
Eso se ve en los escaparates,
en cómo suben los termómetros
y se agotan las jarras frías de cerveza.
Hace una brisa mu' güena
que agita las hojas verdes de los árboles
y las faldas de las más coquetas.

Llevo anotados en un papelico
los fármacos que mi doctor me encomendó.
Tengo una memoria caduca,
reconstruida por recuerdos ajenos
que mis hijas me colocan con fotos.

¿De estos nuevos matasanos me fío?
Son quienes no desean mi mal, espero.
No me preguntes por qué
porque no lo sé.
Hasta mi sombra me hace jugarretas.

Pasan a mis lados unos mocosos,
seguidos de balones, skates y donnettes.
Ojalá yo más jovenzuelo,
pero por todos es sabido que
la gimnasia no hace a la danza.
Puff, utopías de los marginados.

Sigo un andar descarrilado
de acciones y reposos.
Noto que no voy a ningún lao,
siento que empiezo de cero.
¿A dónde decía que me dirigía?
Ya solo en los ángeles confío.

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