No fue suficiente, no, encerrar tu voz enlatada o enlutada –qué más dará– en la letra de una canción, mi canción preferida, además.
No fue suficiente, no, conferirle a un títere tus gestos, tu forma de reír, tus ademanes: el Hombre de hojalata, por todos lados es conocido con ese nombre.
No fue suficiente, no, el hecho de darle la vuelta a todas nuestras fotos. Los recuerdos se olvidan de nosotros, les resultamos indiferentes.
No, ya fue suficiente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario