sábado, 1 de marzo de 2014

La gran ola de Kanagawa

Las sombras juegan a ser olas
y vagan de un lado a otro de la mesa.

Los hombrecillos grises
que bajan de mi cabeza
en ascensor
tiran el maletín a la arena,
se desanudan la corbata.

La luz de la luna me baña,
me inunda una paz interior.

Ahora son niños
embadurnados de crema
lunar,
a los que les sobra valor
para enfrentarse
una y otra vez
a cada golpe suave de mar.

Va bajando la marea
(y la espuma de mi cerveza).

Un fuerte bramar se expande.
Las bebidas tiemblan.
Miran al horizonte,
asustados.
Huyen de la gran ola de Kanagawa.
Escalan cuerdas hacia la luna,
apresurados.

Los aplausos me despiertan
de mi ensimismamiento.
Parece que ha acabado el recital.
El pianista ha dejado de tocar.

1 comentario:

  1. Es genial, desde el primer verso te sientes enganchado, y necesitas seguir leyéndolo, sintiendo cada uno de los aromas y sentimientos.
    Enhorabuena, Javi, sigue escribiendo :)

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